¿Cómo Termina Bajo la Piel del Lobo?

Bajo la piel del lobo termina con Martinón solo en su casa de montaña después de que Adela se marcha. La escena final lo muestra acostado en su cama mirando al techo, con su rifle al lado, mientras la oscuridad lo envuelve y la puerta de su casa permanece abierta de par en par hacia una fría noche nevada.

El Intento de Envenenamiento

Durante su convivencia forzada con Martinón, Adela descubre que está embarazada. Aunque el cazador prepara una cuna y muestra ciertos gestos de cuidado, la vida en la montaña resulta insoportable para ella. Un día, mientras limpia una piel de lobo, Adela toma la decisión de envenenar la comida de Martinón con las hierbas que su padre le dio antes del matrimonio.

El plan funciona. Martinón come los alimentos envenenados sin sospechar nada y comienza a enfermarse gravemente, vomitando a diario. Adela observa con satisfacción cómo el hombre que la trató como una posesión se debilita. Cuando Martinón sale de cacería, ella ve su oportunidad y decide escapar de la montaña.

La Trampa y el Rescate

La huida de Adela termina en tragedia cuando pisa una de las trampas para lobos que el propio Martinón ha colocado por toda la montaña. La herida en su pierna le impide seguir corriendo o caminando correctamente. Exhausta y herida, Adela se desmaya bajo unos árboles caídos mientras el frío de la montaña la envuelve.

Al regresar a casa y descubrir que Adela ha desaparecido, Martinón comienza a buscarla de inmediato. Primero revisa los edificios en ruinas del pueblo abandonado, y a la mañana siguiente sigue sus huellas por la nieve. Encuentra a Adela inconsciente y la lleva de vuelta a su casa para cuidarla.

La Pérdida del Bebé

Mientras Martinón atiende los pies congelados de Adela, presencia su aborto espontáneo. La joven pierde el bebé que esperaba, añadiendo otra capa de dolor a una situación ya devastadora. Cuando Adela recupera suficiente fuerza para moverse por la casa, le cuenta con tristeza a Martinón que perdió al bebé.

Martinón permanece en silencio, pues ya lo sabía. Entonces le dice algo que ella no esperaba: una vez que se recupere completamente, puede regresar con su familia. Cuando Adela pregunta por qué, Martinón solo responde que los días son más cortos, así que tendrá que irse pronto.

Esta respuesta críptica revela un cambio en el cazador. No hay gritos ni violencia, solo una aceptación callada de que ella debe irse. Adela muestra una mezcla de felicidad y remordimiento mientras está sola afuera, reflexionando sobre lo que ha vivido. Finalmente, se marcha.

El Descubrimiento y la Soledad Final

Después de que Adela parte, Martinón encuentra el bote de hierbas venenosas que ella había escondido. Al descubrir que intentó matarlo, algo se quiebra en su interior. Sale afuera y llora en silencio mientras mira hacia la distancia, una de las pocas veces en toda la película que muestra una emoción tan directa.

La película cierra con una imagen potente y desoladora. Martinón está acostado en su cama, mirando al techo mientras la oscuridad se instala a su alrededor. Su rifle permanece a su lado, el único compañero constante en su vida aislada. La cámara se aleja lentamente, revelando que la puerta de su casa ha quedado abierta de par en par hacia la noche nevada.

El Simbolismo de la Puerta Abierta

Esa puerta abierta en medio del invierno montañés funciona como la imagen más significativa del final. Puede interpretarse de múltiples maneras: quizás Martinón ya no tiene fuerzas para cerrarla, o tal vez la dejó abierta intencionalmente, como una invitación al destino o a la naturaleza que siempre ha sido su verdadero hogar.

También podría sugerir que algo en Martinón cambió después de conocer a Pascuala y Adela. Ya no puede cerrarse completamente al mundo, aunque ese mundo le haya traído solo pérdida y dolor.

La Transformación de Martinón

Comparado con cómo trata a Pascuala al inicio de la película, el comportamiento de Martinón con Adela muestra una evolución sutil pero significativa. Cuando Pascuala muere enferma y embarazada, Martinón reacciona con ira, destruyendo la cuna que había construido y exigiendo su dinero de vuelta al padre.

Con Adela, su respuesta es diferente. Ella intentó envenenarlo, huyó, perdió el bebé que esperaban, y aun así él la cuida y le da la libertad de irse. No busca venganza ni la retiene por la fuerza. Este cambio sugiere que las experiencias con ambas mujeres han transformado algo en su interior.

Las lágrimas que derrama al descubrir el veneno representan quizás el primer momento de verdadera vulnerabilidad emocional que vemos en él. No rabia ni violencia, sino tristeza—un reconocimiento de que su forma de vida hace imposible la conexión humana real.

La Visión del Director

Samu Fuentes, en su ópera prima, eligió un final ambiguo que rechaza las resoluciones fáciles. No hay un arco redentor donde Martinón se civiliza completamente, ni tampoco cae en la barbarie total. En cambio, permanece suspendido entre su naturaleza animal y su anhelo humano de compañía.

La escasa cantidad de diálogos en la película hace que los elementos visuales del final sean cruciales. La puerta abierta, el rifle, la oscuridad—estas imágenes comunican el estado permanente de Martinón: ni completamente humano ni completamente salvaje, sino atrapado entre ambos mundos.


Martinón termina donde comenzó, en su aislamiento montañés, pero cambiado por sus encuentros con dos mujeres que trajeron vida a su mundo antes de que todo terminara en pérdida. La puerta abierta sugiere que algo en él sigue accesible al cambio, incluso si ese cambio significa enfrentar el vacío de la soledad que él mismo eligió.